¿Alguna vez hemos pensado el papel que juegan en cada comida los colores, las texturas y los sabores?
Lo cierto es que si nuestras comidas tienen estos tres requisitos nos sentiremos totalmente satisfechos al terminarlas.
Con ingredientes tan sencillos como las verduras podemos crear un arco iris multicolor. Zanahorias, calabazas, arvejas, brócoli, rabanitos, remolachas, hinojos, chauchas, choclos, pimientos, nabos, tomates, cebollas coliflor, hinojo, zapallitos.
Las combinaciones pueden ser bien variadas, y lo recomendable es incluir sólo tres colores por comida y variar todos los días. Cada color no sólo nos aporta vitaminas y minerales, también las propiedades energéticas que actúan en nuestros chakras.
Y a la hora de sentarnos a la mesa, el efecto que nos produce un plato con variedad de colores es estimulante, nos abre el apetito, bien diferente a uno con tonos apagados y oscuros que lo disminuye.
Una comida con color ofrece vitalidad y aumenta el entusiasmo. Para que la alimentación sea sana y vital, la sencillez tiene que ser el principal ingrediente.
Entonces podemos elegir raíces, que son de sabor dulce y nos aportan centro, refuerzan y calientan, y verduras redondas, que nos dan dulzor natural y refuerzan el plexo solar, nos estabilizan, centran y calman.
Las hojas verdes, nos dan frescura y energía de expansión, apertura y distensión.
Y no olvidarnos de las verduras depurativas: los rabanitos, el alcaucil, los puerros, los nabos, los espárragos y el apio.
Texturas
La textura es un factor sumamente importante en nuestra comida diaria, pero a menudo no lo tenemos en cuenta. Pensemos unos minutos, si todos los alimentos que ponemos en nuestro plato son de consistencia blanda, seguro que desearemos galletitas, pan o algo con textura seca y crujiente. También nos pasará algo parecido si comemos sólo ensaladas crudas, aunque algunas tengan consistencia crujiente, nuestro cuerpo deseará algo seco.
Y si comemos pizzas sin ensaladas o verduras o alimentos que no aporten un dulce de buena calidad y algo de líquido, seguro que el cuerpo nos pedirá alcohol o dulces.
Por lo tanto, una comida tendría que equilibrar la textura o consistencia húmeda con una seca. Hacer platos crujientes con platos de consistencia blanda.
Las diferentes formas de cocción juegan un papel importante a la hora de obtener consistencias o texturas.
Tenemos que equilibrar las texturas en nuestros platos, aquí van las combinaciones:
Húmedas- secas; Crujientes- blandas; Platos livianos – pesados; Que calienten – que enfríen.
Sabores
Existen cinco sabores básicos que nutren diferentes órganos de nuestro cuerpo. Los sabores los encontramos en los alimentos. Es importante incluirlos en nuestra alimentación diaria para revitalizar y regenerar cada parte de nosotros.
Tenemos que utilizar un poco de cada sabor para poder estimular, reforzar y equilibrar nuestros órganos.
El sabor dulce es el que tenemos que priorizar, casi el 85% de cada comida, con esto no quiero decir que hay que comer azúcares refinadas, ya que esos hidratos generan altibajos en nuestra energía.
¿Por qué necesitamos el sabor dulce en mayor cantidad?
Los bebés al nacer, precisan del sabor dulce de la leche materna. En nuestra infancia se nos ha mimado con dulces, en la adolescencia también hemos consumido para compensar las desilusiones amorosas. También en la edad adulta, el dulce forma una parte importante de nuestra alimentación. Y existe una idea aceptada de que los dulces son un escape emocional. Lo cierto es que los dulces generan altibajos a todos los niveles de nuestro ser, generando una rueda de nunca acabar.
Tenemos que aprender a suministrarle diariamente a nuestro organismo el dulzor que necesita pero con alimentos naturales, cocinados de manera sencilla, tratando de que sea un sabor dulce natural.
Sabor Salado: es bueno para los Riñones y Vejiga, y lo encontramos en la sal marina, salsa de soja, miso, vinagre de umeboshi, alcaparras, aceitunas.
Sabor Amargo: es bueno para el Corazón e Intestino Delgado, y lo encontramos en verduras de hoja verde, hojas de rabanitos, nabos, escarola, endivias, alcaucil.
Sabor Dulce: es bueno para el Estómago, el Bazo y el Páncreas. El dulce natural de los cereales integrales, legumbres, verduras frescas, frutas frescas y secas, endulzantes naturales, miel de arroz.
Sabor Picante: es bueno para el Pulmón e Intestino Grueso, lo encontramos en el ajo, mostaza, jengibre, cebolla cruda, rabanitos, puerros, berros, nabo rallado, especias picantes.
Sabor Ácido: es bueno para el Hígado y Vesícula Biliar, y lo encontramos en vinagre de arroz, de manzana y ralladuras de cítricos, limón, naranja, mandarina.
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